La juventud también es un grado en política
Por LOURDES DE PAREDES (NUEVA ALCARRIA. EDICIÓN JUEVES 10 DE JULIO)
Última actualización 11/07/2008@09:40:21 GMT+1
Por LOURDES DE PAREDES (NUEVA ALCARRIA. EDICIÓN JUEVES 10 DE JULIO)
Última actualización 11/07/2008@09:40:21 GMT+1
Dicen que la experiencia es un grado en la vida, y por ende, en toda actividad que se precie a lo largo de ésta, como puede ser la política –aunque a veces no lo parezca–. Pero, ¿qué pasa con la juventud?. En el último mes, hemos visto com
o los líderes de los dos grandes partidos políticos del país –PSOE y PP– tiran de gente joven para ocupar cargos de relevancia, veáse Leire Pajín como secretaria de Organización del PSOE o María Dolores de Cospedal como número dos de Rajoy. Si nos trasladamos a la provincia de Guadalajara, la propia capital cuenta con un alcalde relativamente joven, pero los casos más representativos los encontramos fuera de ésta.
En concreto, en Arbancón y Gajanejos. Gonzalo Bravo y Verónica Castillo –así se llaman sus alcaldes– tienen 23 años. Son de la quinta del 85 y para rizar el rizo, ambos nacieron el mismo mes, en marzo, y casi el mismo día, Bravo lo hizo el día 8 y Castillo el 9. Centrándonos en el ejemplo de Gonzalo Bravo, que acabara vinculado al mundo de la política no fue fruto del azar, sino del destino y la lógica. Siendo adolescente ya era miembro de la Asociación Juvenil Cuatro Caños de Arbancón –aún hoy sigue presidiéndola–, desde la que impulsaba propuestas en beneficio de todos los vecinos, pero “a través de una asociación no se pueden hacer tantas cosas como desde un ayuntamiento” comenta. Solo necesitaba un espaldarazo para dar el gran paso y presentarse a las elecciones, ya que implicación con el pueblo no le faltaba. El apoyo necesario lo encontró en el equipo junto al que presentó su candidatura por el Partido Popular en las pasadas elecciones municipales. Llegó... y venció. Actualmente, compagina su trabajo como técnico de prevención de riesgos laborales de Rayet en la capital, con su cargo de Arbancón. “¡Esto no es un trabajo! ¡Es una ONG!” comenta entre risas haciendo referencia a su condición de alcalde. Bravo arrivó en el ayuntamiento con propuestas frescas bajo el brazo como la claridad en la gestión, “para que la gente sepa lo que pasa en su pueblo”. La nivelación de cuentas para hacer frente a las deudas de años anteriores y un mantenimiento adecuado de las infraestructuras, han sido dos de sus principales medidas. Es consciente de que llevar un pueblo pequeño “no es fácil” por la escasez de recursos económicos. “Hace 30 años nuestro pueblo iba en tren y el resto en bici, ahora seguimos en tren de carbón y los demás van en AVE”. Bravo sabe que hay mucho por hacer, pero uno de sus logros conseguidos en este año de mandato es tener transporte público dos días a la semana, “algo que venía demandando desde los 15 años”. Por ahora, su balance al frente del Consistorio es positivo, aunque reconoce que no todo ha sido un camino de rosas, y con más razón en el mundo rural. “Siempre pongo el ejemplo de una empresa– explica–. Hay una persona que lleva toda la vida en un puesto y llega el típico joven que acaba de salir de la universidad y le ponen de jefe. No es fácil aceptar sus ‘órdenes’...”. Palabras que pronuncia en referencia a la gente mayor del municipio, aunque indica que al otro lado está los vecinos de su edad. “A veces me toman un poco en broma, pero en seguida saben cuándo es momento de divertirse y cuándo se está al pie del cañón” aclara. No sabe hasta cuándo seguirá en la política, pero sí tiene claro que “la juventud también es un grado” ya que aterriza con aires nuevos e ideas frescas como baluartes.

En concreto, en Arbancón y Gajanejos. Gonzalo Bravo y Verónica Castillo –así se llaman sus alcaldes– tienen 23 años. Son de la quinta del 85 y para rizar el rizo, ambos nacieron el mismo mes, en marzo, y casi el mismo día, Bravo lo hizo el día 8 y Castillo el 9. Centrándonos en el ejemplo de Gonzalo Bravo, que acabara vinculado al mundo de la política no fue fruto del azar, sino del destino y la lógica. Siendo adolescente ya era miembro de la Asociación Juvenil Cuatro Caños de Arbancón –aún hoy sigue presidiéndola–, desde la que impulsaba propuestas en beneficio de todos los vecinos, pero “a través de una asociación no se pueden hacer tantas cosas como desde un ayuntamiento” comenta. Solo necesitaba un espaldarazo para dar el gran paso y presentarse a las elecciones, ya que implicación con el pueblo no le faltaba. El apoyo necesario lo encontró en el equipo junto al que presentó su candidatura por el Partido Popular en las pasadas elecciones municipales. Llegó... y venció. Actualmente, compagina su trabajo como técnico de prevención de riesgos laborales de Rayet en la capital, con su cargo de Arbancón. “¡Esto no es un trabajo! ¡Es una ONG!” comenta entre risas haciendo referencia a su condición de alcalde. Bravo arrivó en el ayuntamiento con propuestas frescas bajo el brazo como la claridad en la gestión, “para que la gente sepa lo que pasa en su pueblo”. La nivelación de cuentas para hacer frente a las deudas de años anteriores y un mantenimiento adecuado de las infraestructuras, han sido dos de sus principales medidas. Es consciente de que llevar un pueblo pequeño “no es fácil” por la escasez de recursos económicos. “Hace 30 años nuestro pueblo iba en tren y el resto en bici, ahora seguimos en tren de carbón y los demás van en AVE”. Bravo sabe que hay mucho por hacer, pero uno de sus logros conseguidos en este año de mandato es tener transporte público dos días a la semana, “algo que venía demandando desde los 15 años”. Por ahora, su balance al frente del Consistorio es positivo, aunque reconoce que no todo ha sido un camino de rosas, y con más razón en el mundo rural. “Siempre pongo el ejemplo de una empresa– explica–. Hay una persona que lleva toda la vida en un puesto y llega el típico joven que acaba de salir de la universidad y le ponen de jefe. No es fácil aceptar sus ‘órdenes’...”. Palabras que pronuncia en referencia a la gente mayor del municipio, aunque indica que al otro lado está los vecinos de su edad. “A veces me toman un poco en broma, pero en seguida saben cuándo es momento de divertirse y cuándo se está al pie del cañón” aclara. No sabe hasta cuándo seguirá en la política, pero sí tiene claro que “la juventud también es un grado” ya que aterriza con aires nuevos e ideas frescas como baluartes.
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